En 1978, después de una larga gira por los Estados Unidos con los Rolling Stones, Mick Jagger (el feo) viajó a Jamaica de vacaciones y allí conoció a dos de los más importantes músicos del momento, Bob Marley (el bueno) y el que fuera su escudero unos pocos años antes, Peter Tosh (el malo, entre comillas), hasta que las desavenencias entre The Wailers, el grupo de Marley, fueron tantas que casi todos sus miembros principales abandonaron el grupo (entre ellos Tosh, que se volvió más reaccionario en su mensaje y con más mala fama en la isla caribeña).
Fruto de ese encuentro Jagger-Tosh y viendo el éxito que el reggae comenzaba a tener por todo el mundo, el cantante de los Rolling Stones le fichó para el sello que desde 1970 tenían tras acabar su relación con Decca y que servía para proyectos paralelos (siempre con poco éxito) de los miembros del grupo. El primer disco de Tosh en el sello fue el álbum de 1978 «Bush Doctor» y como single de presentación optaron por una versión de un clásico de The Temptations, la canción «Don’t look back» de 1965 (tema con la que solían acabar sus actuaciones los de la Motown) en la que cantaba a dúo con el propio Mick Jagger. El tema fue un éxito en Inglaterra y la puerta abierta hacia la internacionalidad del jamaicano que siguió publicando con el mismo sello varios años más.
El próximo sábado día 30 el Explosivo Club de Zaragoza se viste de años sesenta para recibir a L’Assassins, un cuarteto de chicas malotas de espíritu rockabilly, amantes de The Cramps, Russ Meyer, el punk y el garaje. Desde Minneapolis, tierra de Sioux, llega este grupo de estética y sonido duro, una gran oportunidad para ver un buen espectáculo y que además contará como teloneros a los zaragozanos The Faith Keepers.
¿Quién iba a decirle a la cantautora estadounidense Carly Simon que iba a ser una estrella del house en el verano del amor de 1989 de Inglaterra? Fue la casualidad, el ambiente, el diskjockey o la suma de todos estos y otros muchos factores los que hicieron de «Why«, la canción que Carly Simon publicó en 1982, un hit en las discotecas del norte de Inglaterra.
El tema en cuestión fue escrito por Neil Rodgers y Bernard Edwards, a la sazón los genios de la producción detrás del grupo Chic, y formaba parte de la banda sonora de la película «Soup for one«, un desastre en las pantallas pero un éxito en disco (en su versión maxi venía con una remezcla de Larry Levan). Estaba basada en un repetitivo riff de guitarra marca Chic, con una base de bajo reggae y una letra que, aún contando con estribillo pegadizo, hablaba de «por qué duele tanto el amor». Unos años más tarde, con el apogeo del house en Inglaterra e Ibiza y la llegada del llamado verano del amor (esa conjunción astral entre música, diversión y felicidad ocurrida con la llegada del house), la canción de Carly Simon volvió a tener un papel importante pues con ella cerraban sus sesiones la mayor parte de discotecas de Inglaterra, un hecho que fue corriendo como la espuma de fiesta en fiesta como forma de despedir amargamente una noche de placer y felicidad. Así la canción acaba cantándola casi todo el público al unísono antes de marchar lo que la colocó de nuevo en las listas inglesas de éxito.
Y gracias a esta «involuntaria» vuelta a la vida de la canción, sólo un par de años después volvería a ser utilizada, esta vez como base sampleada para el éxito del grupo de jazz rap de QueensA Tribe Called Quest que la utilizó para una de las remixes de su «Bonita Applebum«. Y es que las canciones tienen muchas e inesperadas vidas.
The Clash, uno de los grupos más grandes de la historia, se puede decir que tienen un álbum que en realidad no es suyo. No es ninguna vieja grabación encontrada en un cajón ni unas maquetas robadas, nada que ver. Se trata de la contribución que realizaron para la que por aquel entonces era la novia del guitarra Mick Jones, la cantante norteamericana Ellen Foley.
Mick y Ellen se conocieron en New York durante una de las giras de The Clash gracias a Ian Hunter y Mick Jonson, que habían sido productores del primer disco de Ellen, «Nightout» (1979). Ellen, cantante y actriz de no mucho éxito, participó en los coros de la canción del disco «Sandinista» titulada «Hitsville UK» (un homenaje de Mick a la Motown además de por el sonido por la referencia a Hitsville USA, el apodo del cuartel general del sello americano). Fruto de esa relación, Mick y el resto de The Clash contribuyeron en el segundo álbum de Ellen Foley, «The Spirit of St. Louis» (1981). De la docena de canciones que lo forman, la mitad fueron compuestas por Jones y Strummer («Torchlight» o «The Shuttered Palace» entre ellas), el resto de la banda participó en las grabaciones como músicos, Tymon Dogg (amigo de Strummer) compuso otras tres y Mick Jones produjo el disco «escondido» bajo el seudónimo de my boyfriend. El disco apenas tuvo repercusión, ni siquiera entre los numerosos fans de The Clash, a los que les pareció aburrido y soso.
La relación entre Mick Jones y Ellen Foley no terminó demasiado bien, rompieron después de varias crisis, peleas y riñas. Lo bueno de todo esto es que de esa relación nació una canción, ni más ni menos que «Should I Stay or Should i go«, compuesta por Jones y uno de los grandes éxitos de The Clash.
Hace unos pocos días visité por primera vez la pequeña tienda de Glurpp!!, situada en los locales de la actual Radio La Granja (radio con un gran valor sentimental en mi pues allí di mis primeros pasos musicales hace 20 años). Iba con un objetivo claro además de ver qué había, un disco en particular, el ep «Where’s bill grundy now?» de TV Personalities, un disco que recientemente ha reeditado el sello Paramecium Records.
Para el que no lo sepa, este ep rudimentario se publicó originalmente en 1978 de forma casi artesanal por unos jóvenes Television Personalities, un emergente grupo de punk inglés liderado por Dan Treacy. Contenía cuatro canciones, entre ellas la que ha sido su emblema durante muchos años «Part time punks«. El ep en formato de single, siguiendo el lema del punk do it yourself, fue editado en su propio sello Kings Road y fue el detonante para su fichaje por Rough Trade. Los otros tres temas son «Where’s bill grundy now?«, «Happy family» y «At the roundhouse«.
Lo más curioso de la reedición que han ello desde Paramecium ha sido intentar ser lo más fieles al original, desde la portada a los créditos donde se detallan los costes del disco (22,50 libras por la grabación, 34 libras de la masterización de John Martin, 65 libras por las portadas de las 2000 copias prensadas, etc…). Una pequeña joya de colección.
Ahora que David Bowie vuelve a estar de actualidad gracias a su nuevo y magnífico disco «The Next Day«, acaparando portadas y artículos a lo largo y ancho del mundo sobre su historia y su regreso, he recordado un single que compré no hace mucho tiempo, la versión francesa de su clásico «Heroes» («Héros«) publicado en 1977 por la filial francesa de su sello RCA, poco tiempo después de la salida del disco en el mercado anglosajón y con una pronunciación no demasiado buena. Bowie, inmerso de lleno en su etapa berlinesa, tampoco perdió oportunidad de grabar la misma canción en el idioma de Goethe y así apareció también «Helden«.
Pero esta no fue la primera incursión de Bowie con el alemán. Ya lo había hecho anteriormente, en su época juvenil en la que los «mandamases» de su sello le proponían cosas y él fielmente cumplía. Sólo así cabe concebir una versión entre alemán e inglés del tema de 1967 «Love you till tuesday» bajo el atractivo título de «Lieb Mich Bis Dienstag«.
Y por si no hubiera tenido bastante con el alemán, los ejecutivos volvieron a hacerlo dos años más tarde en otro mercado y con otro idioma, el italiano. Encargaron a un compositor de la tierra, Mogol, la adaptación de su «Space Oditty» para el mercado azzurro y así, con el original título de «Ragazzo solo, ragazza sola» salió en noviembre de 1969 este single. Menos mal que entonces España ni existía sino ni me imagino como hubiera sonado Bowie en castellano..
No, no me he dado por las matemáticas complejas ni por las ecuaciones de la física avanzada. Se trata del dilema que se presenta para el próximo viernes día 22 en los escenarios zaragozanos, la elección entre dos esperados e interesantes conciertos. Por un lado la del que fuera líder del grupo Orange JuiceEdwyn Collins que estará en directo presentando su nuevo álbum en el Teatro de las Esquinas y por otro el de la cantante francesa, voz de los geniales Stereolab, Laetitia Sadier que hace lo propio en el escenario del Centro Cívico Río Ebro (20:30) dentro de los conciertos de Bombo y Platillo edición primaveral.
La solución al dilema el viernes. De momento sus dos últimos vídeo-trabajos.
Suena muy duro pero la realidad es así. A los músicos extranjeros (especialmente anglosajones) les importa un pimiento nuestra música en castellano. Salvando muy contadas excepciones y al público latinoamericano (por razones obvias), aquellas canciones que no están cantadas en su idioma y que no entienden no les dicen nada. Por eso, si no les gustan, mucho menos harán versiones de ellas.
Y este listado va de eso. Grupos de fuera que versionan canciones de aquí. Y lo cierto es que cuesta encontrarlos (no, la «Macarena» no vale, y versiones de grupos alemanes de Héroes tampoco), es una rareza a la que pocos se enfrentan y de hacerlo, suelen ser superéxitos (bastante lejanos en el tiempo). Reto a los lectores a añadir más si es que los conocen.
1- Gigolo Aunts «Girl from yesterday«. La mítica canción de Antonio Vega publicada en 1980 por Nacha Pop, clásico adaptado al inglés por el grupo de New York liderado por David Gibbs y que publicaron en su álbum de 2000 «The one before the last»
2- Vive La Fête «Por qué te vas«: Podría haber elegido también la versión de esta misma canción de Janette de la japonesa Kahimi Karie pero me quedo con la del dúo belga por salirse un poco del original y volverse tecno pop.
3- Ottawan «Shalala song«: Por este título igual no es tan conocida, quizás lo sería más en la versión de los Tremeloes titulada «Remember looking back«. El caso es que ambas son adaptaciones un tanto libres del «Rayo de sol» de Los Diablos, la primera en clave latin disco y la segunda totalmente pop.
4- The Mockers «Déjame«: Aquí el titulo da muchas pistas. Se trata de la desenfadada canción de la movida con la que Los Secretos se hicieron famosos en 1980, versionada en inglés a excepción del mencionado título por este grupo neozelandés.
5- Ésta iba a ser para los franco-alemanes Stereo Total con su «No controles» de Olé Olé pero, siguiendo la estela disco de esta semana, se la doy a otro ilustre francés, Cerrone y su versión del «Black is black» de Los Bravos. Es lo que tiene el disco, que te atrapa y no te suelta.
Leyendo la prensa de hoy he visto que se conmemora el 200 aniversario del nacimiento del célebre aventurero escocés David Livingstone, médico de profesión y explorador de vocación, famoso por sus viajes al continente africano y por la conocida frase «Dr. Livingstone, supongo» fruto del encuentro con Henrie Stanley.
Al caso. Este hecho me ha recordado a aquel grupo madrileño del mismo nombre, Dr. Livingstone, nacido a mediados de los ochenta y que publicó un par de discos en el sello DRO. Sus canciones, con una mezcla de humor y absurdo en las letras y un pop desenfadado en lo musical, respondían a títulos como «Eres más fea que un pulpo», «Ventajas de ser un golfo» o «Más morbo».
Pero lo que de verdad me ha venido a la cabeza es otro «Dr. Livingstone, supongo«, una canción casi instrumental (entre funk y pop) de un grupo efímero que fue más una broma que un grupo de verdado. Se trata de Negros S.A., la famosa colaboración de Los Nikis con Alaska y Ana Curra (las dos féminas de Alaska y Los Pegamoides). Negros S.A. únicamente publicaron un maxi (1983) en el sello Lollipop que contenía esta canción en la cara b y «Sabana, sabana» como tema principal. Tela.
El vinilo de 12 pulgadas está de celebración. O no. Este formato grande para una sola canción cumple los 40 años de vida sumido en una crisis existencial. Porque todo hay que decirlo, el maxi ya no se lleva. Atrás quedaron sus años de infancia con un crecimiento rápido y fuerte gracias a la música disco, una adolescencia brillante de la mano del synt-pop, el tecno-pop y el primer house y una juventud espléndida, rugiente y frenética con el techno, el trance, el jungle y todos los demás subestilos de música electrónica. Pero ya en su madurez, los excesos se pagan y tanto giro, tanto volumen, tanto mal producto han terminado por cercenar casi por completo su vida. Sólo el lp parece aguantar el tirón gracias al regreso del vinilo.
El maxisingle nació por necesidad, porque la gente lo necesitaba (sobre todo quienes se encargarían de pincharlos, los diskjockeys). El primero nació un 1973, con muy pocos ejemplares (a nivel promocional únicamente) en Philadelpia de la mano de Jerry Williams, alias Swamp Dogg, que público unas pocas copias en un sello montado por él mismo de la canción «Straight From My Heart«, un corte de funky a 33 rpms todavía y grabado en una única cara. Aquel disco, hoy una pieza buscadísima por los coleccionistas, apenas tuvo repercusión, tanto que hay que esperar casi dos años para poder ver por fin una copia «comercial» de un maxisingle.
Como he dicho, el maxisingle nació por necesidad. Los singles que se pinchaban en discotecas tenían un grave problema, el sonido estaba tan comprimido en tan poco espacio físico que no tenía la calidad suficientes para estos lugares. Los bajos, el volumen, el brillo, todo, sonaba mal. Un día de primeros de 1975Tom Moulton, uno de los primeros artesanos de las sesiones de estudio (mezclaba cintas de forma casi artesanal, cortando y pegando trozos) y también de los productores encargados de «alargar«algún éxito para que durara más tiempo, realizó un «edit» (una remezcla que se diría hoy) del «I’ll be holding on» de Al Downing. Llevó la cinta a un estudio de New York para masterizarla en un acetato de 7 pulgadas (un single) pero se les habían acabado, sólo quedaban de 12 pulgadas. Usaron uno de esos y al oírlo después se quedó estupefacto, todo brillaba, todo sonaba como más grande, todo resultaba mejor.
No tardó mucho en preparar otro, un encargo para Roulette Records, el tema «So much for love» de Moment of Truth y, esta vez, Moulton pasó algunos ejemplares a diskjockeys que conocía. Estos también alucinaron con ese nuevo sonido tan limpio y, además, al estar los surcos del disco más separados, se hacía más sencillo encontrar el punto exacto que querían en la canción. Así, mientras los ingenieros de sonido de los estudios no entendían nada de lo que pasaba, por qué malgastar tanto espacio para una sola canción, los diskjockeys descubrieron la piedra filosofal de sus sesiones.
El primer vinilo editado comercialmente fue «Ten percent» de Double Exposure con una «remezcla» de una de las leyendas del disco, el también diskjockeyWalter Gibbons. Y a partir de aquí la historia no ha hecho más que girar y girar a 45 rpm…