Mi intención era haber publicado esta entrada el 15 de septiembre coincidiendo con el 20 aniversario de la muerte del guitarra más famoso del punk pero no pudo ser. Johnny Ramone fue uno de los 4 miembros originales de Los Ramones, el grupo que creo el punk rock a mediados de los 70 en un New York decadente y, seguramente, el más carismático junto a Dee Dee Ramone. Fue el que más en serio se tomó la carrera del grupo y el que impuso una disciplina de trabajo en la que la rapidez era su máxima (grabaciones lo más cortas posible, aprovechar el tiempo, conciertos ultrarrápidos, giras estudiadas…). Eso le venía, más que de su estancia en escuelas militares, en que se tomaba el rock como un trabajo, era un fin para conseguir dinero.

Y digo esto porque su verdadera pasión no era tocar punk rock sino el beisbol (como así dejaba claro en su autobiografía «Commando» publicada en la Editorial Malpaso). Jugó desde pequeño al deporte rey en Estados Unidos en las ligas infantiles pero lo abandonó porque uno de los requisitos para seguir en el deporte es que tenía que cortarse el pelo y por ahí sí que no. Johnny siguió como aficionado al beisbol durante toda su vida, era fan de los Yankees de New York pero su hobbie principal con el beisbol era coleccionar cromos. Se dice que a su muerte tenía más de 5000 cartas o cromos de beisbol, la colección privada más grande del mundo (algunas de ellas autografiadas). Cuando Los Ramones no estaban de gira, Johnny escribía a los jugadores que más le gustaban y les solicitaba también fotos o sus firmas. Esta colección no se sabe si sigue en las manos de su mujer Linda o si ella la vendió pero una parte se pudo ver en 2019 en una exposición en el Museo Grammy en Los Angeles bajo el título de Take Me Out To The Ball Game: Popular Music And The National Pastime.


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