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Año 1982. Uno de los estudios más importantes en el mundo en aquella época eran los Conny Studios en Colonia (Alemania) de Conny Plank, el templo del krautrock alemán y productor de grandes bandas como Kraftwerk, Neu! o Cluster primero o Ultravox, Joy Division, DAF, Scorpions o Killing Joke después. Aquellos estudios eran lo más de lo más en tecnología de grabación y fueron todo un referente en cuanto a sonido se trataba. En aquel momento que un artista español grabara allí era algo impensable por el presupuesto que se necesitaba.
Miguel Ríos por aquel entonces estaba en lo más alto de su carrera. Acababa de cerrar su etapa más importante con su famoso «Rock & Ríos», el doble álbum en directo, grabado en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, de aquella mítica gira que lo convirtió en la gran estrella del rock del momento. Para su anterior álbum de 1980 «Rocanrol bumerang», ya habían estado haciendo las mezclas en el estudio de Colonia pero para el que iba a ser su más esperado disco, «El rock de una noche de verano» (1983), Miguel y su equipo de siempre (Carlos Narea y Tato Gómez) decidieron irse a grabar al estudio de Conny Plank buscando un equipo que en España no había, sobre todo en el tema de las percusiones electrónicas, cosa que se nota especialmente en el tema que da título al álbum. Dave Hutchins, un inglés fijo en el equipo de Plank y que había trabajado para Brian Eno, Gong o Eurythmics, se encargó de ser el ingeniero de sonido. El disco fue de nuevo un éxito y como curiosidades hay una canción compuesta esproceso por Bryan Ferry «En la cola del milenio» y dos temas cuya letra fue escrita por Joaquín Sabina.
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