Sin apenas ruido, sin llamar la atención, pasando casi desapercibido. Así se marchó el pasado día 12 de septiembre el músico y diseñador zaragozano José Luis Romeo. No tuve el gusto de conocerlo en persona pero mi mujer ha estado muy cerca de él durante estos últimos años y siempre me hablaba de José Luis como alguien generoso y discreto. Al ver el portafolio de algunos de sus muchísimos trabajos, algunos tan familiares como la carpeta de «Al este del Moncayo» de Mas Birrás, la señalización de «La Ruta de los Parques» o sus carteles para el Teatro Arbolé y, sobre todo, recordar la impresionante composición para el «Iceberg» de la Expo 2008 que te ponía los pelos de punta, uno puede darse cuenta del enorme talento que atesoraba este zaragozano tanto en su obra visual como en la musical. Antón Castro enumeraba y recordaba en las páginas de Heraldo de Aragón algunos de sus logros y amigos suyos loaban su persona y generosidad. Ayer mismo, tras su emotivo funeral, escuchaba (gracias a uno de sus hermanos) algunos fragmentos de una inmensa obra musical que, aunque desconocida en su gran mayoría, no dejaba de ser de una enorme belleza. Espero que alguien, en algún momento, reconozca aquella labor y muchas de esas obras puedan ser disfrutadas por todo el mundo. De momento aquí hay alguna de ellas. Que allí donde esté el arte le siga acompañando.


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