Ahora que David Bowie vuelve a estar de actualidad gracias a su nuevo y magnífico disco «The Next Day«, acaparando portadas y artículos a lo largo y ancho del mundo sobre su historia y su regreso, he recordado un single que compré no hace mucho tiempo, la versión francesa de su clásico «Heroes» («Héros«) publicado en 1977 por la filial francesa de su sello RCA, poco tiempo después de la salida del disco en el mercado anglosajón y con una pronunciación no demasiado buena. Bowie, inmerso de lleno en su etapa berlinesa, tampoco perdió oportunidad de grabar la misma canción en el idioma de Goethe y así apareció también «Helden«.
Pero esta no fue la primera incursión de Bowie con el alemán. Ya lo había hecho anteriormente, en su época juvenil en la que los «mandamases» de su sello le proponían cosas y él fielmente cumplía. Sólo así cabe concebir una versión entre alemán e inglés del tema de 1967 «Love you till tuesday» bajo el atractivo título de «Lieb Mich Bis Dienstag«.
Y por si no hubiera tenido bastante con el alemán, los ejecutivos volvieron a hacerlo dos años más tarde en otro mercado y con otro idioma, el italiano. Encargaron a un compositor de la tierra, Mogol, la adaptación de su «Space Oditty» para el mercado azzurro y así, con el original título de «Ragazzo solo, ragazza sola» salió en noviembre de 1969 este single. Menos mal que entonces España ni existía sino ni me imagino como hubiera sonado Bowie en castellano..
Leyendo la prensa de hoy he visto que se conmemora el 200 aniversario del nacimiento del célebre aventurero escocés David Livingstone, médico de profesión y explorador de vocación, famoso por sus viajes al continente africano y por la conocida frase «Dr. Livingstone, supongo» fruto del encuentro con Henrie Stanley.
Al caso. Este hecho me ha recordado a aquel grupo madrileño del mismo nombre, Dr. Livingstone, nacido a mediados de los ochenta y que publicó un par de discos en el sello DRO. Sus canciones, con una mezcla de humor y absurdo en las letras y un pop desenfadado en lo musical, respondían a títulos como «Eres más fea que un pulpo», «Ventajas de ser un golfo» o «Más morbo».
Pero lo que de verdad me ha venido a la cabeza es otro «Dr. Livingstone, supongo«, una canción casi instrumental (entre funk y pop) de un grupo efímero que fue más una broma que un grupo de verdado. Se trata de Negros S.A., la famosa colaboración de Los Nikis con Alaska y Ana Curra (las dos féminas de Alaska y Los Pegamoides). Negros S.A. únicamente publicaron un maxi (1983) en el sello Lollipop que contenía esta canción en la cara b y «Sabana, sabana» como tema principal. Tela.
El vinilo de 12 pulgadas está de celebración. O no. Este formato grande para una sola canción cumple los 40 años de vida sumido en una crisis existencial. Porque todo hay que decirlo, el maxi ya no se lleva. Atrás quedaron sus años de infancia con un crecimiento rápido y fuerte gracias a la música disco, una adolescencia brillante de la mano del synt-pop, el tecno-pop y el primer house y una juventud espléndida, rugiente y frenética con el techno, el trance, el jungle y todos los demás subestilos de música electrónica. Pero ya en su madurez, los excesos se pagan y tanto giro, tanto volumen, tanto mal producto han terminado por cercenar casi por completo su vida. Sólo el lp parece aguantar el tirón gracias al regreso del vinilo.
El maxisingle nació por necesidad, porque la gente lo necesitaba (sobre todo quienes se encargarían de pincharlos, los diskjockeys). El primero nació un 1973, con muy pocos ejemplares (a nivel promocional únicamente) en Philadelpia de la mano de Jerry Williams, alias Swamp Dogg, que público unas pocas copias en un sello montado por él mismo de la canción «Straight From My Heart«, un corte de funky a 33 rpms todavía y grabado en una única cara. Aquel disco, hoy una pieza buscadísima por los coleccionistas, apenas tuvo repercusión, tanto que hay que esperar casi dos años para poder ver por fin una copia «comercial» de un maxisingle.
Como he dicho, el maxisingle nació por necesidad. Los singles que se pinchaban en discotecas tenían un grave problema, el sonido estaba tan comprimido en tan poco espacio físico que no tenía la calidad suficientes para estos lugares. Los bajos, el volumen, el brillo, todo, sonaba mal. Un día de primeros de 1975Tom Moulton, uno de los primeros artesanos de las sesiones de estudio (mezclaba cintas de forma casi artesanal, cortando y pegando trozos) y también de los productores encargados de «alargar«algún éxito para que durara más tiempo, realizó un «edit» (una remezcla que se diría hoy) del «I’ll be holding on» de Al Downing. Llevó la cinta a un estudio de New York para masterizarla en un acetato de 7 pulgadas (un single) pero se les habían acabado, sólo quedaban de 12 pulgadas. Usaron uno de esos y al oírlo después se quedó estupefacto, todo brillaba, todo sonaba como más grande, todo resultaba mejor.
No tardó mucho en preparar otro, un encargo para Roulette Records, el tema «So much for love» de Moment of Truth y, esta vez, Moulton pasó algunos ejemplares a diskjockeys que conocía. Estos también alucinaron con ese nuevo sonido tan limpio y, además, al estar los surcos del disco más separados, se hacía más sencillo encontrar el punto exacto que querían en la canción. Así, mientras los ingenieros de sonido de los estudios no entendían nada de lo que pasaba, por qué malgastar tanto espacio para una sola canción, los diskjockeys descubrieron la piedra filosofal de sus sesiones.
El primer vinilo editado comercialmente fue «Ten percent» de Double Exposure con una «remezcla» de una de las leyendas del disco, el también diskjockeyWalter Gibbons. Y a partir de aquí la historia no ha hecho más que girar y girar a 45 rpm…
Estos días el sello Blanco y Negro editaba una recopilación con los mejores temas de Barrabás, un curioso grupo español que, sin quererlo, fue uno de los pioneros de la música disco y que tuvo un gran éxito, más fuera de nuestras fronteras que aquí.
Barrabás se formó en 1971 de la mano del ex-Brinco Fernando Arbex (batería del grupo de Juan Pardo y compañía). Su intención era crear un grupo en el que el rock se acercara sobre todo al funk y la percusión latina y muy rico instrumentalmente al estilo de nombres como Santana. Su primer disco, » Barrabás«, salió un año después y en España no tuvo prácticamente ningún éxito pero al salir en una multinacional como RCA, su distribución fue muy grande, tanto que algunas copias del disco llegaron al mercado internacional. «Wild Safari» y «Woman«, dos canciones incluidas en el disco, funcionaron extraordinariamente bien en el circuito de música negra y latina de Estados Unidos, entraron en las listas de éxito y diskjockeys del pre-disco como Francis Grasso y David Mancuso los convirtieron en hits de salas míticas como Sanctuary y The Loft de New York.
El disco se editó en Europa y América con el título de «Wild Safari» y tuvo tanto éxito que todavía hoy, Barrabás son el grupo español que más discos han vendido en Estados Unidos, país que con el posterior apogeo de la música disco los hizo casi suyos. Aquella primera etapa les hizo girar por toda latinoamérica con gran éxito, ser top en diversas listas (de Disco Music al Billboard) con diversos temas («Woman«, «Hi-jack«), codearse con estrellas del starsystem (grabaron su tercer álbum bajo la batuta de Sammy Davis Jr., trabajaron con Humberto Gatica) y hasta la revista Playboy los nombró mejor grupo a nivel mundial de funk de 1977, gracias sobre todo al éxito de canciones como «Mr. Money» (incluida en su álbum «Heart of the city«) al ser la música de un famoso anuncio en la televisión estadounidense. En el 75 les llegó una oferta para girar como teloneros de los Rolling Stones pero una votación entre los miembros del grupo por trasladar o no su residencia a Estados Unidos (Arbex era contrario) acabó no sólo por la cancelación de la oferta sino con la vida del grupo.
Toda la etapa de auge de la música disco (del 76 al 80 aproximadamente) el grupo permaneció estancado sin publicar nada ni dejándose ver, volviendo en 1981 de nuevo pero con una formación completamente distinta y es que Fernando Arbex ejercía únicamente como productor del grupo y no como miembro que tocara. Editaron algunos discos más (ya con mucho menor repercusión) y parece que todavía hoy el grupo, en manos de José María Moll hasta este 2013, sigue adelante aún cuando hay litigios de por medio por el tema de royalties.
Hace la friolera de 50 años el cantante francés Serge Gainsbourg gozaba ya de una cierta popularidad. Su carrera como compositor y cantante crecía como la espuma a la par que la de actor decaía. Sus papeles nunca eran de galán y en 1963, después del rodaje de «L’inconnue de Hong Kong«, su amigo y director Jacques Pointrenaud le ofreció un pequeño papel de pianista en una polémica película, «Strip-tease«, además de componer la banda sonora.
La película estaba protagonizada por la actriz (había aparecido ni más ni menos que en «La doce vita» de Fellini) y modelo alemana Christa Päffgen «Nico» que interpretaba a una bailarina desesperada por trabajar en los clubs nocturnos de París. La escultural y rubia actriz aparecía desnuda en el film (de ahí su prohibición en Francia) y Gainsbourg, atento a cualquier falda que se le cruzara, desplegó sus encantos y le ofreció cantar el tema principal de la película. La llevó al estudio y allí grabaron «Strip tease» pero Gainsbourg, al escucharla, no le gustó nada como había quedado la canción y mucho menos la lúgubre, fría y grave voz (como de calavera diría el francés) de la actriz así que la desechó y llamó a Juliette Greco para que cantara la versión definitiva.
Dos años después de que esto pasara, la actriz alemana se trasladó a New York y es allí donde, de la mano del guitarrista de los Rolling Stones Brian Jones (con quien grabó la canción «I’m not sayin«) conoció a Andy Warhol, quién la presentaría poco después a Lou Reed y al resto de la Velvet Undergroung con quienes acabaría grabando uno de los más importantes discos de la historia «The Velvet Underground & Nico» (1967).
La versión grabada por Nico de la canción de Gainsbourg fue recuperada años después de entre los archivos discográficos y publicada en el recopilatorio «Les interprétes de Serge Gainsbourg«. Aquí un fragmento de la película con la música del francés y el strip-tease de la alemana.
Hacía tiempo que no entraba por aquí y quizás sea este el último intento de darle vida a este blog pero, armado de nuevas ideas y ganas, me lanzo de nuevo a las publicaciones. Hoy 8 de marzo, día internacional de la mujer, que mejor tema que dedicar este post de vuelta a una mujer que ha pasado a la historia por ser la primera afroamericana en grabar un disco.
Estamos hablando de Mamie Smith, conocida como la primera dama del blues, antes de Billie Holliday y otras muchas. Nacida en Cincinnati en 1883, su vida se ligó desde muy pronto a la música y el cabaret, siendo cantante y bailarina. No fue hasta su llegada a New York cuando su carrera despegó gracias al musical «Made in Harlem«. En 1920 el sello Okeh Records iba a grabar un disco con la cantante blanca Sophie Tucker pero ésta enfermó y no pudo participar en dicha grabación y, gracias al compositor Perry Bradford, Mamie Smith grabó las dos canciones que estaban programadas con la banda aunque no llegaron a editarse en disco. No fue hasta unos meses después, en agosto, cuando por fin, después de otras grabaciones, se editaría «Crazy Blues» (elegida en 2005 pieza artística a conservar en la biblioteca del congreso de EE.UU). El disco fue un éxito absoluto y esto llevo a otros sellos a buscar más cantantes de color para grabar nuevos discos.
La compañia CMH de Los Ángeles tuvo la genial en 2006 de sacar una línea de discos llamada Rockabye Baby!para bebes (sí, no para niños sino para recien nacidos) con versiones de cuna de éxitos del rock y el pop, una serie que ya lleva editados más de una treintena de volumenes monográficos dedicados a Ramones, Nirvana, Coldplay, U2, The Cure, Led Zeppelin, Kiss, Madonna, Kanye West, Prince, Radiohead, Red Hot Chilli Peppers, Björk, The Beatles, Beach Boys, Bob Marley entre otros, todos grabados con vibráfonos, melotron y campanas en lugar de sonidos de guitarra o percusión y, por supuesto, instrumentales.
El resultado son uno discos bastante insulsos y sin ningún interés más allá del sonido que puedan emitir cajas de música, sonajeros y móviles colgantes para el sueño de bebes que los papás rockeros compraran inconscientemente para introducir a sus recien nacidos en su mismo mundo musical o en el de su grupo favorito, es decir, una atracción musical para padres y también para fans de todos estos grupos que seguramente se desesperarán si llegan a comprarlos.