Primeros años 90. La electrónica está en auge subiendo como la espuma. Dentro de toda esa vorágine de estilos y subestilos, el dúo Ultramarine (formado por Paul Hammond y Ian Cooper) se inventan lo que los plumillas musicales denominaron ambient de campiña o folk electrónico. Su primer álbum se fue más hacia la cyberdelia instrumental pero con el segundo, «United Kingdoms» (1993), su idea es dar un giro hacía el folk y el sonido de Canterbury e incluir algún tema vocal así que, por qué no matar dos pájaros de un tiro, buscaron un referente de este sonido y quién mejor que Robert Wyatt, el fundador junto a Kevin Ayers de Soft Machine, «el grupo» de esta escena. Wyatt, semiretirado por entonces (hacía dos años que no grababa nada), aceptó encantado la propuesta y grabó dos canciones, «Kingdom» y «Happy land«, ambas basadas en sendas adaptaciones, la primera del combativo poema «The song of the lower classes» de Ernest Jones (1848) y la segunda una parodia de una canción patriótica victoriana. El cantante, hemiplégico de cintura para abajo a resueltas de caer por una ventana en 1973, hasta acepto participar en el videoclip del single «Kingdom«, una mezcla de estética hippie y celta con unos músicos tocando y paseando por la campiña rindiendo culto al sol.
Otra curiosidad de esta canción es que utilizaron un sample (sin reconocer) de The Incredible String Band, referente absoluto del folk escocés y la psicodelia de finales de los 60, muy afín a Soft Machine. La canción no tuvo gran éxito pero puso de nuevo el nombre de Wyatt (si es que hacía falta) de nuevo en la palestra. Añadir que al cantante le gusta colaborar con otros artistas afines y no a su estilo, de hecho en la larga lista hay gente como Björk, Pascal Comelade, Billy Bragg, John Cage Paul Weller y hasta Hot Chip.